
La poesía modernista

Otro punto importante del modernismo fue su poesía. En esta época como hemos leído anteriormente deseaban la armonía, la plenitud y la perfección de un mundo que quieren idealizar y del cual huyen.
También en esta época, para plasmar la belleza y su mundo interior, los modernistas usaron una serie de recursos.
Entre ellos las figuras literarias (metáforas, alegorías, paralelismos…)
Los recursos fónicos como las onomatopeyas o las aliteraciones eran muy frecuentes.
Para expresar sus sentimientos emplearon adjetivación y palabras cultas o exóticas.
Recuperación de algunos tipos de versos poco utilizados, como el alejandrino, el eneasílabo o la cuaderna vía. Aunque se siguieron utilizando el endecasílabo y el octosílabo.
Lo fatal
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido, y un futuro terror…
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y no saber adónde vamos
ni de dónde venimos…!
Autor: Rubén Darío
Reflexión angustiada sobre el sentido de la vida humana, en contraste con la certeza de la muerte.
Recuerdo infantil
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
«mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón».
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
Autor: Antonio Machado
Nostalgia de su infancia al recordar una tarde en la escuela. También añadiendo la monotonía del paso del tiempo
Adolescencia
En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
-El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño-.
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
-Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos-.
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
…y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.
Autor: Juan Ramón Jiménez
El amor adolescente y la transición desde
la adolescencia hacia la madurez.